Durante esta semana, los alumnos y las alumnas del Eliseo podrán aprender en la Biblioteca el origen de las dos celebraciones de estos días:
La palabra “Halloween” es una contracción de la
expresión inglesa “All
Hallow’s Eve”. Literalmente, significa “Víspera de Todos los Santos”.
Aparentemente, pues, esta celebración macabra y humorística anglosajona estaría
vinculada a una fiesta solemne y considerada como de estricta observancia por
la Iglesia Católica: el Primero de Noviembre, festividad de Todos los Santos.
Pero esto no es del todo cierto.
¿Cuáles son los orígenes de Halloween? El
verdadero origen de esta fiesta anglosajona es milenario y de variada
procedencia. Halloween tiene una raiz céltica y otra romana.
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Los romanos dedicaban la fiesta denominada Feralia al descanso y la paz de los muertos,
haciendo sacrificios y elevando diversas plegarias a sus dioses paganos.
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También los romanos dedicaban una festividad a Pomona, la diosa de las cosechas y los frutos, cuyo
símbolo es una manzana - uno de los juegos tradicionales del Halloween es el juego de morder la manzana (bobbing for apples)-.
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Pero con anterioridad, ya los pueblos celtas de Irlanda, Gales,
Escocia y norte de Francia, celebraban la festividad llamada Samhain. Era un festival que ocurría entre
finales de octubre y principios de noviembre, un rito en que se celebraba el
final de la temporada de las cosechas y el comienzo del invierno. Los druidas,
auténticos sacerdotes o chamanes célticos, creían que en una determinada noche,
la del 31 de octubre, las brujas gozaban de mayor vitalidad, a los propios
druidas se les concedía el don de adivinar el futuro, los límites entre el
mundo de los vivos y el mundo de los muertos desaparecían completamente, e
incluso, que los fantasmas de los muertos venían del otro mundo a llevarse
consigo a los vivos. Por eso, en la noche de Samhain los druidas preparaban enormes fogatas y
hacían conjuros, intentando ahuyentar a los malos espíritus, y la gente dejaba
dulces o comida a la puerta de sus casas, en la superstición de que los
difuntos, a quienes las leyendas les atribuían la autoría de las más crueles
atrocidades, se irían contentos y les dejarían en paz. En aquellas gentes, para
las que cualquier hecho de la naturaleza era poco menos que profético, la noche
de Samhain abría el largo y crudo invierno por el
que vagaban perdidos los fantasmas de los muertos del último año en busca de
cuerpos que poseer para transitar al otro mundo, hasta la llegada de la
primavera cuando los días son más largos y las tinieblas menguan.
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Cuando el Cristianismo llega a los pueblos célticos, la
tradición del Samhain no desaparece,
pese a los esfuerzos realizados por la Iglesia Católica para eliminar
supersticiones paganas que pudieran entroncar con el satanismo o culto al
diablo. Sin embargo la fiesta del Samhain sufre alguna
transformación.
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En el calendario gregoriano, el 1 de noviembre pasó a ser el día
de Todos los Santos; el Samhain, la víspera de Todos
los Santos, pasó a denominarse All-hallows Eve y,
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actualmente, por contracción de la expresión, Halloween; y por
su parte, el Día de los Todos los Difuntos o Día de Todas las Almas pasó a ser
el 2 de noviembre. Las tres celebraciones juntas, “Eve of
All Saints”, “Day of All Saints”, and “Day of All Souls”, se denominan en la
tradición irlandesa Hallowmas.
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A mediados del siglo XVIII, los emigrantes irlandeses empiezan a
llegar a América. Con ellos llegan su cultura, su folclore, sus tradiciones, su
Halloween... En un primer momento Halloween sufre una fuerte represión por
parte de las autoridades de Nueva Inglaterra, de arraigada tradición luterana.
Pero a finales del siglo XIX, los Estados Unidos reciben una nueva oleada de
inmigrantes de origen céltico. La fiesta de Halloween, en América, se mezcla
con otras creencias indias y en la secuela colonial, el Halloween incluye entre sus tradiciones el contar historias de fantasmas
(telling of ghost stories) y la realización de travesuras (mischief-making),
bromas (fortunes) o los bailes tradicionales. La gente comienza a confeccionar
disfraces (disguises) o trajes para Halloween (Halloween
costumes).
Así, en Estados Unidos, Halloween, evoluciona y se
desentiende de la tradición cristiana. Halloween se convierte en una noche con
aura de débil misterio, brujas, fantasmas, duendes, espíritus, pero sin que se
pierda el ánimo festivo y el buen humor. Una noche de dulces, bromas, disfraces
y películas de terror, perdidos ya los miedos atávicos de los viejos ancestros
irlandeses.
¿Sabes
por qué Todos los Santos se celebra el 1 de noviembre? Curiosidades sobre esta
fiesta
Los orígenes de esta fiesta se remontan a
principios del siglo IV cuando eran tantos los mártires causados por el
poder romano, que la Iglesia señaló un día común para todos ellos, fueran
conocidos o desconocidos.
Ya en el S.VIII se fijó el
día en el 1 de noviembre en respuesta a la celebración pagana del Samhain o Año
Nuevo Celta.
Este fin de semana se
celebra en España la festividades del Día de Todos los Santos el
1 de noviembre. Esta fiesta está rodeada de costumbres y tradiciones que
se practican desde hace siglos. Algunas son comunes a toda España y otras
varían por regiones y localidades.
Visitar las
tumbas
En estas fechas es
tradicional asistir a los cementerios para visitar las tumbas de los seres queridos
que han fallecido.
El Día de Todos los Santos
fue instaurado por la Iglesia Católica a raíz de la Gran Persecución de
Diocleciano, a principios del siglo IV.
Eran tantos los mártires causados por el poder romano, que la Iglesia señaló un
día común para todos ellos.
Gregorio III fijó
el 1 de noviembre en el siglo VIII (en respuesta a la celebración pagana del
Samhain o Año Nuevo Celta, que se celebra la noche del 31 de octubre).
Don Juan Tenorio
En estas fechas los
escenarios españoles se llenan con los personajes
de la más conocida obra del escritor vallisoletano José Zorrilla:
'Don Juan Tenorio' (1844). En algunos puntos de España, este drama romántico se
recrea incluso en los cementerios a altas horas de la noche.
La obra, junto con 'El
burlador de Sevilla y convidado de piedra' (1630), atribuida a Tirso de Molina
y en la que se inspira la de Zorrilla, es una de las grandes plasmaciones
literarias del mito español del Don Juan. Escrita en verso, el acto final
transcurre precisamente en la Noche de Todos los Santos.
Los dulces de 'Todos los
Santos'
Otra de
las más inveteradas costumbres de estas fechas consiste en comer dulces. En
concreto, la Fiesta de Todos los Santos ha institucionalizado sus productos
típicos:
-Los
buñuelos de viento: masa frita rellena de crema, nata,
chocolate, café o chantillí. Forma de bola. La leyenda afirma que cuando te
comes un buñuelo de viento se salva un alma del Purgatorio.
-Los
huesos de santo: masa de mazapán con forma de tubos de un dedo
de grosor. Después de cocinados con sirope adoptan un color beige. El clásico
está relleno de yema de huevo, pero los modernos admiten otros sabores:
ciruela, coco, cabello de ángel, mermelada, chocolate, praliné o yogur.
-Panellets: son un
dulce típico de las regiones de Cataluña, Aragón, Comunidad Valenciana e Islas
Baleares. Se elaboran con una masa dulce hecha con azúcar, almendra cruda
molida, huevo y ralladura de limón. Se recubren con clara de huevo, sobre la
que se adhiere una capa de piñones. En la actualidad pueden ser de coco,
chocolate, café, membrillo...
Además, en algunas zonas
de España esta fiesta coincide con el magosto o castañada,
que se suele celebrar entre el Día de Todos los Santos y San Martín, el 11 de
noviembre. Amigos y familiares se reúnen para comer en la calle o en el campo:
los productos que no faltan son las castañas asadas al fuego, el vino nuevo, la
carne de cerdo y los chorizos.
Esta tradición es común en
las regiones del norte, como Galicia, Asturias, Cantabria, Aragón, Cataluña,
además de zonas de León, Zamora y Salamanca e incluso en la comarca cacereña de
Las Hurdes. También es una fiesta popular en Portugal, donde se la denomina
magusto.